lunes, 3 de agosto de 2009

No se dormirá el que te guarda

No se dormirá el que te guarda

El ser humano ha buscado en todos los tiempos alguna protección, algo superior que lo guarde del mal. Cada nación tiene sus leyendas, dichos y fabulas. De allí nacieron muchas supersticiones y creencias. En Argentina tenemos muchos ídolos populares que son adorados como dioses. Todo esto es objeto de culto y de fe. Muchos van a sus santuarios a pedir. Algunos de nosotros hicimos esto antes de nuestra conversión. Todo esto genera confusión y abre la puerta a la actividad demoníaca.

Gracias a Dios que un día se hizo la luz en nuestra vida y conocimos al único Dios verdadero y eterno.

En tiempos difíciles alcemos vayamos al Señor

Ahora, en momentos de necesidad hacemos como el Salmista miramos al que nos puede ayudar. Alzaré mis ojos a los montes;

¿De dónde vendrá mi socorro?

Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.

He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. Salmo 121: 1-4

El rey Josaphat conocía esto y además conocía toda la historia de su pueblo y los dichos de Dios. Ante una gran necesidad recurrió a Dios citándole sus promesas.

Situación limite, imposible de resolver con la capacidad humana

Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová.

Oración magistral, modelo de petición

Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo: Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás. Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese; he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.

2 Crónicas 20:1-12

Josafat estaba ante un gran problema. Algo que estaba más allá de sus fuerzas e inteligencia. Hizo lo único que podía, confiar en Dios y orar basado en lo que el había prometido. Hay una gran promesa en la Biblia. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”.1 de Juan 5:14

Oremos en la voluntad de Dios con fe

Ante las situaciones difíciles que debemos enfrentar, hagamos lo mismo. Oremos dentro de la voluntad de Dios y veremos la respuesta que vio este buen Rey. Dios le dio la victoria sin tener que entrar en batalle. Solo tuvieron que creer, orar y alabar., libres de temor, de dudas, de confusión.

Ante las amenazas que se ciernen sobre nosotros, clamemos a Dios con fe y alabemos su Nombre por la victoria.

Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,

Al Altísimo por tu habitación,

No te sobrevendrá mal,

Ni plaga tocará tu morada. Salmo 91: 9-10

Hugo Baravalle

Presidente de ACIERA